20030218

La había junado desde lejos. La vendía la ropa: pollera hasta los tobillos, saco prolijamente abrochado, zapatillas gastadas. Empecé a maldecir por dentro y a practicar discursillos anticlericales para decirle. Se me acerco, extendió su mano con el folleto y todo el odio que había sentido cinco segundos atrás se había esfumado. Sentí tristeza, mucha tristeza. "Leelo que te va ser de mucha ayuda" Atine a esbozar una sonrisa. Doble el folleto y lo metí entre las paginas de mi libro. Pare el colectivo. Ella se alejaba con una nube de trabajo bien hecho sobre su cabeza y quizás con la esperanza de haber cambiado una vida. Ya no le quise hacer un tacle, subí al colectivo con una sonrisa, siempre pierdo los señaladores y odio doblar las esquinas de las paginas, esa mujer supo alegrarme el día.

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