chica cosmos
20210117
yo no sé si es que dejé las canillas abiertas, que me hice pis, que me chorrié flujo, que se llueve el techo o me entran las olas por debajo de la puerta.
el agua crece donde vaya. no importa el año, no importa el clima. el agua moja papeles, libros, ropa, sábanas, fotos. agua que aparece de a decalitros hectolitros kilolitros yo que sé.
el agua se aparece
y yo pido un fuego, rojo, infernal.
20201226
El Rancho.
Lo conocí primero por relatos cada vez más cercanos, hasta que una noche me dejé conducir. Esa primera visita me abrió un universo nuevo que en algún momento, ya perdida la inocencia, también sería mío.
Me llevó, como muchas otras veces a otros tantos lugares increíbles, mi tía.
Y entrar al bar del pueblo del brazo de la tía es una gran forma de comenzar algo.
El pueblo que alberga a este bar no es mi pueblo. Yo vivo a unos 50km y además, nací en otra provincia. Pero en este bar son todos un toke marginales: los locales juegan a reventarse cada vez con menos metáfora; los turistas q de casualidad caen ahí no entienden nada; y el resto, los que estamos por adopción, también estamos buscando amnesias y reviente.
Muchas veces, y esto no he visto que pase en otros lados, te regalan cerveza y marihuana. En un paraíso en disputa. No siempre ganamos.
Así es que a veces podés estar bailando un cover en vivo de Virus mientras se agarran a trompadas en la barra. Las chicas bailan adelante y en el fondo se escucha el sonido que hace un cráneo cuando lo golpean con algo contundente. Tiene ese tipo de contrastes. También se ve gente triste y muy drogada y una nube oscura que acecha. Para ser justa, creo que todo ese pueblo tiene una nube oscura que acecha. En este bar en particular me encanta ponerme oscura. Tengo el feliz recuerdo de barrer de un manotazo furioso todos los vasos de una mesa porque la música que estaba sonando me parecía una mierda. Fui rápida o cuántica y nadie me vio.
Creo que aquí, soy tan invisible como puedo ser. Los poderes se despliegan. En ocasiones se siente como una batalla entre el bien y el mal pero aquí se da en la pista, la vereda, el baño o el vado. Le metés abstracción, cerrás los ojos, alguien te vuelca fernet en un hombro, otro te toca y por una vez no abuso, es orgíastico. Dale, hoy es cuerpo. Conquistemos una grácil violencia.
Eso, para mí, es liberador.
La metamorfosis.
Y cuando la banda termina de tocar, cuando aparecen las manchas en suelo, las colillas, los vasos de plástico tirados, el encanto ya también quiere retirarse hasta el sábado siguiente. Pero hay gente que no quiere dejarlo ir.
En el Rancho cuando la banda termina de tocar siempre hay alguien llamando para seguirla.
Pero seguirla es también una mutación: de la noche al día, de la oscuridad a la luz, de adentro hacia afuera, de cerveza a café, de agua y pepas a cerveza, de bailar con euforia a sentarse en silencio y así combinaciones infinitas pero siempre, siempre, cargando la noche en el cuerpo. El humo enredado en el pelo, la cerveza pegoteada en las suelas, un moretón misterioso, las piernas cansadas, la cintura suelta, una frase musical persistente en algún lóbulo del cerebro que se repite, alguien eructa, alguien se ríe, alguien habla a los gritos.
Una vez la seguimos en la casa de una mujer, no me acuerdo bien como llegamos pero yo estaba pasadísima de percepciones. En gran medida tomada por una sustancia elaborada por algún estudiante de química de la universidad de California.
Al resto no le faltaba hierba ni música ni charlas ni cerveza. Un personaje con sonrisa zen captaba mi mirada. Era un personaje un tanto hipnótico, usaba una camisa de bambula blanca y por el escote se le perdía bajo la tela un colgante de aura esotérica. Permanecía callado, sentado en el piso a la cabecera de la mesa ratona del living. Parecía tener un fuego encendido a sus espaldas pero la estufa estaba apagada, de hecho, creo que ni estufa había pero ahí en mi memoria está el fuego. Su sonrisa sutil flotaba estática en la penumbra. La dueña de casa acechaba, invitaba a los cansados a dormir en su cama.
Otra la incitamos con un amigo. Esa noche habíamos quedado fascinades con tres sexagenarios que parecían divertirse mucho. Bailaban entre ellos los temas de Charly y Spinetta, se compraban cervezas y parecían estar festejando *algo*. Yo no podía entender por completo esa felicidad que demostraban ¿Por qué estaban tan divertidos? Fue por eso que me quedé toda la noche orbitándolos eclipsada por las sombras, para no ser agobiante.
No recuerdo con exactitud los detalles pero mi amigo se acercó y los invitó a seguirla en su casa. Charlar, fumar, no apoyar los pies en la mesita. Indagamos en los pormenores de uno de ellos, tenía problemas de mujeres y lloraba como un idiota.
El otro era carpintero y no paraba de preguntar sobre los tirantes y el piso de la casa de mi amigo. Mi amigo le especificaba el tipo de madera, el hombre se olvidaba a los 10 minutos y volvía a preguntar como un loco. Yo los veía desplegarse todo el tiempo, ocupar espacio con zapatos gigantes y con la voz. Los pies en la mesa no, por favor.
Sin emargo, el tercero era diferente. Estaba acurrucado en el extremo del sillón, en una modestia de ser indescifrable. Lo observé por unos instantes y me di cuenta de que ya lo conocía.
¡Es Gandalf, el azul!
Ya nos había encontrado el destino de la noche y el bar, meses atrás, en otro pueblo, en otro bar místico y central.
Otro bar
Me acuerdo bastante de esa noche, era una despedida porque el bar cerraría para siempre. Duelo y fiesta. Me vendían cerveza artesanal a temperatura natural con descuentos y sonrisas y frases breves pero locuaces. Se bailaba jazz y rock y yo cada tanto salía afuera a fumar.
Afuera estaba este hombre, el que ahora se sentaba a mi lado en el sillón de la cabaña. La noche en que lo conocí era un gigante, yo lo había bautizado Gandalf.
Gandalf de las sierras y yo, en este juego, una enana aventurera bien chiquita y Gandalf usaba un bastón de verdad y un tapado azul marino largo hasta las rodillas y sacaba de los bolsillos hierba y de su boca balbuceos y todo él me ocupaba la atención con su gigantez literaria, misteriosa. Cómo me meto a este mundo, me preguntaba yo para mis adentros y seguía caso desesperada en un deseo interrogante: Quiero someterme a las leyes de esta naturaleza que no es la de este universo, hay otro y lo veo ¿Podré encontrar una puerta a algo que no sea esta miseria existencial? ¿Se puede domar esta celebración de tal modo que continúe aunque salga el sol y vuelva a caer hasta que se agote la fiesta solo cuando se corte el suministro eléctrico de mi corazón?
Quiero por siempre volver a ser un punto luminoso sostenido en ronda una noche contenta de poder mirar para arriba y ver estrellas, mirar al frente y ver una una puerta, bajar la vista y encontrar huellas.
20200112
hace poco le conté a un chico en su patio y con ocho perros alrededor que una vez hice callar a todos los perros del pueblo con un aullido desde la terraza.
pensó que lo estaba jodiendo pero no, estaba diciendo la verdad. es fácil que el otro te crea cuando decís la verdad. Pero también es posible que haga falta un gesto extra, único, irrepetible y espontáneo para que el otro confíe de inmediato.
dicen que los buenos mentirosos son aquellos que creen lo que dicen, es por eso que muchos mentirosos son también psicópatas.
siempre me preocupó que no puedo darme cuenta de cuando alguien miente, a menos que haya más evidencia. mi instinto nunca dice ¡cuidado, está mintiendo! ¿existirán las personas que de toque se dan cuenta cuando les mienten?
de todas maneras, parece ser necesario mentir. mentirle al policía, mentirle a tus padres, a tu novio, a tu jefe, a vos misme.
cuando le aullé a los perros estaba con una amiga tomando cerveza, los perros no paraban de ladrar y se me ocurrió que yo también podía ladrar y nadie se iba a dar cuenta que era yo.
bailar es una de las pocas cosas que le da sentido a mi vida, a mi cuerpo, a mi corazón, mi taquicardia, mi falta de aire, mi ser sin culpa.
cantar no es algo que se me de, algunos me han dicho que desafino, otros que pego muy bien las notas. así que, ¿quién sabe?
el chiste es que bailar tampoco se me da, nunca tuve un aquello que perder. no hay comparsa ni ballet ni compañía ni pareja ni plata. vivo de bailes pasados, vivo de pistas y rodas increíbles, vivo de coreografías aprendidas, vivo de videos, vivo de la memoria muscular.
caminar detrás de tambores, caminar delante de tambores, caminar junto a los tambores.
asisto a todas las fiestas que puedo, son pocas. y cuando tocan voy y bailo pero cada vez nos conocemos más todes y ya no me gusta tanto.
y el rollo es un momento correr por la arena y bailar, subir la cuesta y bailar, escuchar música y bailar, nadar y bailar, estirar y bailar.
hoy bailé una cuesta abajo y canté dos cuesta arriba y una cuesta abajo.
20191031
historia de mi familia, capítulo nosecuánto
estaba S mi última conviviente. casa de amigas, un cuarto arriba del otro. nos separaba un piso de madera a través del cual se escuchaba TODO. mi habitación daba a la terraza, me gustaba dormir con la puerta abierta. la terraza era un jardín, tenía jazmín, zapallo, tomate, un bosque de macoña, un compost que desbordó gusanos y jugo hasta convertirse en un lumbricario interdimensional, geranios, orégano, perejil, suculentas, una sinsolnomeverás colgante de como un metro y medio, el eterno malvón, teníamos lavanda? a mí en el medio orando bajo las estrellas.
de ella lo más lindo que puedo decir es que es la única música con la que me gustó vivir en su pura condición de música. siempre acertada, bailamos tango por encima de las sillas de nuestra cocina, nos emborrachamos en noche de muertos y en otras también pero ella siempre cantando contra las cuerdas el tema perfecto. es, además, mi amiga con más antigüedad, desde la escuela. fuimos felices y también nos peléabamos como hermanas. ella componía en la cocina, yo escuchaba la radio y pasaba el trapo con rencor y frenesí. los sábados mirábamos visión 7, los electrodomésticos estallaban.
otra cosa hermosa que hizo por mí fue un día cuestionarme ideológicamente un parche de la agencia espacial nasa que yo había puesto en la ventana del patio interno, esa tarde seguro fue hermosa como tantos soles.
también estuvieron A y D, mi primer compañero de casa. vivimos los dos solos durante un año en un monoblock en el mismo edificio que mi papá y en el departamento que antes había alquilado él, no me tuve que mudar, eso fue un alivio. no me acuerdo mucho de esa época ¿qué hacíamos, A? ni siquiera lavábamos los platos. tuvimos un proyector al principio, duró poco hasta que mi viejo se lo llevó. vos una vez me pusiste en pantalla gigante porque había salido en tn y a mí casi me da un ataque de pánico.
cultivé 12 plantas en el tercer cuarto que se asomaban por la ventana hasta que las regalé a todas. en esa época yo aún tenía al hamster, era una locura, andaba suelto por mi pieza. vivía en una cueva detrás de la biblioteca.
festejamos cumpleaños pero no los recuerdo del todo, venían mucho los pibes, una vez en un cumpleaños todos ustedes se quedaron dormidos en el living, menos uno que se vino conmigo.
pasaron por nuestro infame living S y AH y ellas son mis amigas todavía. pasaron muchas personas que aún siguen en nuestras vidas. la canilla del agua caliente de la ducha la abríamos con una pico de loro y vos para mi cumple me regalaste el arreglo con tus manos de la puerta corrediza.
al año se vino a vivir con nosotres D. D nos retaba por no lavar los platos, pasaba el trapo ¿y nosotres qué hacíamos, A? yo escribía mucho y también bailaba con la música al palo cuando ustedes no estaban. iba a la terraza, subía al tanque, me acostaba para que las golondrinas me pasaran bien cerca. una vez subí a destender la ropa al atardecer y vi una estrella fugaz increíble. también iba de noche, a ver a júpiter. de día o de noche, siempre mirando al sudeste, para sentir el río que estaba ahí nomás y porque para ese lado estaba oscuro y uruguay. la inundación y todo lo demás.
de los novios no voy a hablar porque son tristes y no valen la pena.
20190927
situación estoy en el patio me largo a llorar
20190918
20190518
20190427
20190331
20170212
cuando lo vea otra vez le voy a decir: luigi te acordás de las gomitas!!
me senté en una banqueta a mirar como se divertían. todos los hombres empezaron a bailar abrazados, las chicas mirábamos ese espontáneo ritual sin sacar ninguna conclusión estúpida. todos los que estábamos en el pancho nos confundíamos los vasos pero no importaba.
al salir vimos como los trapitos que paran en el pancho se agarraban a las piñas y fue todo muy triste.
nos subimos al auto, arrancamos rápido como burgueses huyendo de la realidad.
a las diez cuadras el chicoamigo de razonamiento parco nos preguntó si sabíamos porqué los trapitos se trompeaban al final de la noche, y nos dijo que fue por unas gomitas de fruta que les había convidado. nos reímos y le pedimos que vuelva a contar la historia de las gomitas y cuando terminó de contarla le pedimos que la vuelva a contar y así hasta llegar a nuestras casas. al chicoamigo de razonamiento parco lo convencimos para que le invite un café a una que se tenía que tomar un colectivo que arranca a las 6 de la mañana y que nunca pasa.
esta es una historia real que no le conté a nadie.
20160702
20160624
¿por qué no hicimos la revolución?
20160610
dije familiar
vivo con una persona que tiene una relación muy cercana con sus padres, por cuestiones logísticas ve o pasa por la casa de la madre dos o tres veces a la semana, ella lo espera con comida, mates, chocolate. El padre también está presente, una vez por semana viene a casa y conversa con nosotros.
EN CAMBIO Mis viejos no aportan mucho a la dinámica familiar. A papá lo veo menos de una vez por mes, por wasap me manda audios de 9 segundos y yo le contesto con texto "bien". A mamá le escribo o llamo cuando estoy triste, me aconseja que me divorcie y que busque trabajo.
fin de la comparación
A veces a la noche me despierto porque la nena tiene miedo y viene a nuestra cama, no sé porqué me desvela zarpado entonces me quedó ahí un poco apretujada entre ronquidos ajenos preguntándome qué será de mí que mis viejos (medio) no quieren *inserte aquí un verbo querendón*. van cayendo las fichas fantasmagóricas: frases, observaciones, mi vieja con un hacha y un martillo, mi papá jugando a los jueguitos. se revelan universos paralelos donde hago altruismos, llamados, terapia, confrontaciones, monografías, constelaciones. por la mañana se me ocurren un montón de salidas lógico-prácticas para este embrollo neurótico me quedo con dos
let it go.
let it be.
y si hay alguien que tiene la culpa pues no seré yo.
(1) mensaje sin leer de mamucha: es un virus
\_(ツ)_/¯
20160306
casi lo posteo en el feis
creo que la gente debería hacer sus propios feriados, disponer de ciertas fechas celebratorias para cada cosa que considere de importancia. tengo una semi-certeza de que es algo que funciona.
a una escala menor también, no? los días que de verdad importan tienen una boda, un funeral, una fiesta, una manifestación. por la mañana celebramos una cosa, por la noche otra, depende de como cada quién disponga sus horas. qué bueno sería tener todos los días así, llenos de rituales, cada minuto un momento real, algo que de verdad está sucediendo:
"No tener un minuto que el examen de la consciencia desconozca"
los acv siguen reclamando gente y yo pienso que en realidad son un regalo, una buena forma de irse... a menos que te dejen enchufado 20 años.
conozco a un tipo que viene celebrando un funeral hace una semana y que tiene uno de sus momentos álgidos el día de hoy con lo que llaman "ablación de órganos".
so it goes
2 de noviembre, 30 de octubre, 24 de marzo, 6 de marzo, 4 de mayo, 1ro de mayo, 25 de mayo, 30 de diciembre, carnaval, año nuevo y navidad.
si naciste un día feriado el universo te hizo un guiño, si tu nombre completo está hecho de sustantivos comunes también, si naciste muerto también.
por otro lado y a modo de comentario completamente banal y egocéntrico: TENGO EL CHI BLOQUEADO, me casé, me convertí al wicca y al tao, lloré en el cine semi-vacío viendo star wars y dejé de escribir pero no de fumar.
quiero volverme más loca.
20160130
ni siquiera una vieja amiga
la tuquera y la cartera
todos estos objetos
parecen lunas
que me orbitan
más allá en el espacio
lo que me hace sentirnos malagradedecidos
es haber nacido tan cerca de una estrella
menos mal que no estoy sola en el vacío frío de tu sánguche sin amiga
experimentando con las conectivas
en el principio del asunto estoy en un subte celeste simulando una respuesta a una pregunta que hace mi interlocutor que está ahí de frentecostado pero el que habla no es samuel del todo, es también una hoja de yerba verde que saluda entre sus dientes.
a esta altura los carteles van al revés.
me cuesta armar oraciones confieso después.
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pues rescaté esto de entre los borradores